Muchos se pueden decir cristianos y cualquiera puede decirse que es el rey del mundo pero serlo es algo más que simples declaraciones.
Convertirse a Cristo implica cambios grandes y en ocasiones hasta difíciles. Antes de tener el conocimiento de Jesucristo, es decir, antes de saber que entregarle nuestra vida, espíritu y alma, pensábamos y actuábamos como creíamos que era la vida, ahora debemos tomar en cuenta lo que Dios dice. Y lo mejor de todo es que lo que Dios dice es para bendecirnos como un buen padre, aunque en ocasiones nos reprenda para bien nuestro.
El viejo estilo de vida que teníamos, nos alejaba cada vez más de Dios, además de que nuestros actos nos llevaban a sufrir las tristes consecuencias en nuestra propia vida afectando también a las personas más cercanas a nosotros. Ahora, al renunciar a ese estilo de vida sin el conocimiento de lo que Dios dice y quiere, podemos llamarnos cristianos que van en proceso a la perfección, es decir a volvernos semejantes al carácter y forma de pensar de Cristo.
Nuestra vieja naturaleza nos lleva en ocasiones a caer en lo que haciamos por imitación o por hábito, como vivir en rebeldía, orgullo, egoismo, etc. actuando de manera injusta, sucia y hasta degradante. Hoy, como cristianos que buscan agradar a Dios, ese vieja naturaleza viciada de pecado y egoismo, quiere salir pero tenemos la fuerza y el poder del Espíritu Santo, quien nos convence de pecado, de justicia y de juicio.
Cuando Jesús resucitó, venció al pecado y a la naturaleza pecaminosa, es decir, que solo él tiene el poder de vencer esa naturaleza porque no hubo mancha de pecado en su forma de ser, y es solo a través de él que podemos llegar a la perfección que Dios espera de nosotros, y no por ser injusto, sino que por eso nos permitió conocer a su Hijo, para llegar a esa plenitud maravillosa de una vida totalmente nueva en Cristo Jesús.
Cuando renovamos nuestro conocmiento de Dios a través de la Biblia, Dios obra poderosamente en nuestra mente, y las cosas viejas comienzan a tener menos poder sobre nosotros. Es un proceso de cambios constantes que nos dan esa victoria tan anhelada. Podemos decir con firmeza, "Ya no vivo yo, más Cristo vive en mí". Decirse cristianos es un honor, así que debemos ser merecedores de ese honor.
En 2a. Corinitios 5:17 leemos: "De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es, las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas".
Y en Efesios 4:22-24 dice: "En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad".
Si te dices cristiano, actúa como un verdadero cristiano.
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